Jueves Santo, Viernes Santo y Lunes de Pascua el Triduo Pascual

El Misterio del Triduo Pascual y la Alegría de la Pascua

 

Jueves Santo: El Amor se hace servicio

El Jueves Santo nos invita a contemplar el corazón de Jesús que se entrega por amor. En la Última Cena, Él instituye la Eucaristía y el sacerdocio, regalándonos el don más precioso: su Cuerpo y su Sangre como alimento de vida eterna. También, con un gesto conmovedor, lava los pies a sus discípulos, enseñándonos que el camino cristiano es el del servicio humilde.

Este día, el altar se viste de blanco y alegría, pero también empieza la sombra del dolor: tras la misa, el Santísimo se reserva y el templo queda en silencio. Comienza la adoración en el Monumento, donde acompañamos a Jesús en su agonía en Getsemaní. ¿Somos capaces de velar una hora con Él?

Viernes Santo: El Amor llega hasta la Cruz

El Viernes Santo, la Iglesia se cubre de silencio y recogimiento. No se celebra la Eucaristía. Nos reunimos para adorar la Santa Cruz y escuchar el relato de la Pasión. Jesús entrega su vida por amor, soportando la traición, el juicio injusto, la corona de espinas y la cruz.

Este día nos golpea el corazón. Vemos al Hijo de Dios morir por nosotros, y comprendemos que no hay mayor amor que dar la vida. En muchos lugares se realiza el Vía Crucis, recordando paso a paso el camino del Calvario. El Viernes Santo nos invita a la conversión profunda y al agradecimiento sin medida.

Domingo de Resurrección: El Amor vence a la muerte

¡Cristo ha resucitado! El Domingo de Pascua es la cumbre del calendario cristiano, la victoria del bien sobre el mal, de la vida sobre la muerte. La piedra ha sido removida, el sepulcro está vacío, y los ángeles anuncian: “No está aquí, ha resucitado” (Lc 24,6).

Este día, la Iglesia se llena de alegría. El cirio pascual ilumina la noche en la Vigilia del Sábado, y el canto del Aleluya resuena después de días de silencio. La resurrección de Jesús cambia la historia y transforma nuestras vidas. Es el fundamento de nuestra fe y la razón de nuestra esperanza.

Lunes de Pascua: Vivir como resucitados

El gozo de la Pascua no termina el domingo. El Lunes de Pascua continúa la celebración del triunfo de Cristo. En muchos países, es día de descanso y de compartir en familia. Pero también es una oportunidad para interiorizar lo vivido y salir al mundo como testigos de la resurrección.

 

Los discípulos de Emaús, al encontrarse con Jesús resucitado, experimentaron un ardor en el corazón. También nosotros estamos llamados a anunciar con alegría que la vida ha vencido. ¡Aleluya, el Señor vive!

Conclusión

Estos días santos son un tesoro espiritual inmenso. Nos invitan a entrar con todo el corazón en el misterio de Cristo que se entrega, muere y resucita por nosotros. Vivámoslos con fe ardiente y con una actitud de entrega, permitiendo que transformen nuestra vida y nos renueven como verdaderos discípulos de Jesús.

 

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