La Fiesta del Bautismo de nuestro Señor Jesucristo es una celebración profundamente significativa y espiritualmente rica en la Iglesia Católica. Esta festividad, que generalmente se lleva a cabo el domingo después de la Epifanía, marca el cierre del tiempo de Navidad y la transición hacia el primer periodo del Tiempo Ordinario en el calendario litúrgico.
El Bautismo del Señor
conmemora un evento trascendental en la vida de Jesucristo, como se narra en los Evangelios: su bautismo en el río Jordán por Juan el Bautista. Este momento es de una importancia excepcional, ya que simboliza el inicio del ministerio público de Jesús y la revelación de su identidad divina.
Cuando Jesús Emerge
de las aguas del Jordán, el cielo se abre y el Espíritu Santo desciende sobre Él en forma de paloma, mientras una voz del cielo declara: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco». Este evento es una manifestación poderosa de la Trinidad – el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo – y resalta la misión y la divinidad de Jesús.
La celebración del Bautismo del Señor,
invita a los fieles a reflexionar sobre el significado del bautismo en sus propias vidas. El bautismo, como sacramento de iniciación en la Iglesia Católica, marca el comienzo de la vida cristiana. En él, los fieles son limpiados del pecado original, renacen como hijos de Dios y se convierten en miembros de la Iglesia, el cuerpo de Cristo.
Esta fiesta también sirve como un recordatorio del amor y la aceptación incondicional de Dios hacia cada persona,
La voz del cielo que proclama a Jesús como el Hijo amado es un eco del amor y el placer que Dios tiene por cada uno de sus hijos. Así, el Bautismo del Señor es una oportunidad para renovar el compromiso personal con el camino cristiano, recordando que cada bautizado está llamado a seguir a Jesús y a vivir de acuerdo a sus enseñanzas de amor, servicio y misericordia.
En resumen, la Fiesta del Bautismo del Señor es una celebración que evoca la humildad y la obediencia de Jesús, su identidad divina, y el llamado a vivir una vida plena en la fe y el amor cristiano. Es un momento para recordar y celebrar el don del bautismo, que marca el comienzo de la vida espiritual y la misión en la Iglesia.